No creemos exagerar si decimos que la alimentación del hombre a base de pescado es la más antigua y sobre ello la más racional.
En tiempos de Asuero II, en las orillas del lago Meris, había una cantidad enorme de gente dedicada a la salazón de los pescados, y desde entonces se menciona la «salsa verde», la «mallobrato» y la «silfio cirenaico» como salsas indicadas para comer el pescado.
De los sibaritas, renombrados por la riqueza gastronómica de que hacían ostentación, cuenta Herodoto que un tal Smindyrite (720 años A.C.) se hacía seguir en sus viajes de una tropa de mil hombres, entre cocineros, ayudantes y pescadores especializados en las preparaciones de pescados para largas duraciones, puesto que los banquetes se empezaban a preparar un año antes.